miércoles, 1 de agosto de 2007

El bypass gástrico podría curar la diabetes



Cada vez que hace un bypass gástrico –la operación que se emplea para hacer descender de peso a pacientes obesos– hay algo que intriga al doctor Oscar Brasesco: apenas un par de días después de la intervención, cuando todavía no tuvieron tiempo de adelgazar, los diabéticos tipo II se van a su casa con niveles normales de azúcar en la sangre.
“Se normalizan al otro día de operados, subraya Brasesco, cirujano del Hospital Austral y de la Fundación Favaloro. El 70 por ciento de los pacientes que operamos son diabéticos y al otro día no toman más medicación hipoglucemiante.”
Precisamente para estudiar el mecanismo que existe tras estos sorprendentes efectos de la cirugía bariátrica, el especialista ha iniciado un protocolo de investigación en conjunto con la Cleveland Clinic, de los Estados Unidos, que operará en condiciones controladas a pacientes obesos (con índice de masa corporal, que se obtiene dividiendo el peso por la altura elevada al cuadrad, de entre 30 y 35, con menos de diez años de diabetes y que todavía conserven células beta (productoras de insulina) funcionales en el páncreas.
"En agosto o septiembre a más tardar, empezaremos a operar a un grupo de diez pacientes -cuenta Brasesco, que es director médico de Obesidad y Cirugía Miniinvasiva de ambas instituciones-. Para febrero tenemos el compromiso de presentar los resultados de esta primera etapa de investigación en los Estados Unidos, donde la FDA y la Asociación Americana de Cirugía Bariátrica y Metabólica los tomarán como referencia."
La idea es provocativa: cirugía para la diabetes. ¿Qué presumen los especialistas que puede ocurrir? Que las personas operadas se curen.
"El bypass gástrico se empezó a usar para corregir los parámetros que conducen a la diabetes en los hiperobesos, con índice de masa corporal (IMC) de 40 o más -comenta el doctor León Litwak, jefe de la Sección Diabetes y Metabolismo del Hospital Italiano-. Si no hay factores de riesgo asociados, uno tiene tiempo para esperar un descenso de peso importante, pero hay casos en que los tiempos biológicos no lo permiten. Incluso ya hay trabajos publicados que muestran que es posible alcanzar la curación. Si este trabajo de investigación confirma la utilidad del bypass gástrico en pacientes de menor IMC, tal vez habrá que empezar a recomendarlo más precozmente."
El doctor Maximino Ruiz, consultor del Hospital de Clínicas, precisa: "En el caso de los diabéticos obesos, es lo indicado. Pero la diabetes tipo II es una enfermedad hereditaria; no se cura: se controla."
Según la última encuesta del Ministerio de Salud, la prevalencia de diabetes en la Argentina es del 11,5%. El 95% de los diagnosticados tiene diabetes tipo II. Aproximadamente el 80% de los casos de este tipo de diabetes están asociados con el exceso de peso: según diversos estudios, tener un IMC superior a 35 aumenta 93 veces el riesgo de diabetes en las mujeres y 42 veces en los hombres.
El bypassgástrico fue desarrollado en 1967 por un cirujano norteamericano, Edward Mason, luego de observar que ciertas mujeres que habían sufrido una gastrectomía parcial por úlcera péptica perdían peso y no volvían a engordar. Se lo considera una cirugía mixta porque produce una restricción de la ingestión de alimentos y, por otro lado, inhibe parcialmente su absorción por parte del organismo.

Un enigma por resolver.

"El estómago de un obeso tiene entre dos y tres litros de capacidad [lo normal es alrededor de un litro y medio] -explica Brasesco-. Al comer, los alimentos pasan de allí al duodeno, donde se reúnen con los jugos digestivos, biliares y pancreáticos, imprescindibles para su absorción. Lo que hacemos es dividir el estómago en dos y crear un pequeño «bolsillo» de entre 20 y 30 cm3. Este «bolsillo» queda separado del resto del estómago y se une con la segunda porción del intestino delgado. Luego, unimos el extremo del duodeno con la pared lateral del intestino. A partir de ese punto comienza la absorción normal de los alimentos."
La cirugía como tal tenía una indicación específica, pero lo que está llamando la atención de muchos investigadores en el mundo es que parece tener dos tipos de efectos: uno sobre el hambre y otro sobre el metabolismo.
"Nosotros operamos al paciente, le hacemos un estómago muy chiquito, y entonces puede comer poco, pero además no tiene hambre -afirma Brasesco-. Es muy distinto de lo que ocurre con la banda gástrica, otra de las técnicas de cirugía bariátrica, después de la cual a veces los pacientes tienen más hambre que antes, porque comen menos."
El porqué de este reordenamiento del rompecabezas fisiológico es todavía un enigma. Una de las hipótesis que se barajan para explicar el primer efecto es que la restricción del paso de los alimentos por el estómago produce una superproducción y posterior descenso de la secreción de la hormona del hambre: la grelina. De hecho, en las personas operadas con la técnica del bypass gástrico, en lugar de registrar picos a lo largo del día, la secreción de grelina se mantiene constante y muy por debajo de los niveles basales.
"La grelina se segrega fundamentalmente en el estómago, en el antro gástrico -dice Brasesco-. Pero allí y en el duodeno se segregan también entre el 90 y el 95% de las hormonas digestivas. De todas ellas, sólo conocemos menos del 10% e ignoramos la gran mayoría de sus mecanismos de regulación. Así como se altera la grelina, también se modifica otra serie de hormonas, y entre ellas la PG-1, que aumenta la secreción pancreática de insulina. El resultado es que en los pacientes obesos los niveles de azúcar en la sangre se normalizan." Tal vez este protocolo de investigación ayude a averiguar por qué.
Fuente. Nora Bär

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