lunes, 9 de julio de 2007

Sexo en el agua y la inapetencia sexual.



El mar, las piscinas, las aguas claras de los ríos y pantanos o la ducha y el baño son recursos que pueden ayudarnos a que nuestras relaciones sexuales sean más agradables y sugerentes. Sentirse casi ingrávidos permite hacer algunas posturas que en tierra firme nuestro peso corporal no lo acepta.
Desde la famosa escena de la película De aquí a la eternidad en la que Burt Lancaster le hacía el amor a su adúltera compañera en una maravillosa playa desierta, siendo acariciados por unas olas dúlcemente domesticadas, muchos han soñado con esa escena; los malo es que las playas están llenas de gente y sobretodo de arena.
Hacer el amor en el agua del mar o en la playa es una buena aventura, pero las mujeres deben tener especial cuidado con la arena; también hay que tener en cuenta que el agua de mar degrada los preservativos y pueden dejar de ser efectivos.
Las solitarias piscinas a la luz de la luna también son un lugar muy romántico. Allí, cuidado con el suelo resbaladizo.
El baño es un lugar que apenas se aprovecha para hacer el amor, en él podemos vivir desde fantasías orientales -las toallas y los albornoces nos facilitan el disfraz- hasta juegos de agua acompañados de esencias, velas, bebidas y masajes maravillosos.
La única recomendación es tener cuidado con el agua derramada: "tu vecino del piso de abajo te lo agradecerá".

Qué puedo hacer si he perdido el apetito sexual?

El deseo sexual se nutre especialmente de la fantasía y de la sorpresa. Por eso, después de varios años de relaciones sexuales es posible que el deseo sexual desaparezca, o por lo menos se atenúe bastante.
Busca huecos en tu vida para el placer. Cuando te aburres en la cama lo más probable es que tu vida en general sea bastante aburrida: el trabajo, las letras,... el exceso de responsabilidades disminuye la líbido; intenta lograr más tiempo para tí, para gastarlo en lo que más te gusta y, por supuesto, en el sexo. No se puede ser desgraciado en toda la vida y feliz en la cama. El equilibrio perfecto es que el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio sean iguales, pero si esto no es posible...
Relájate. La experiencia sexual exige un estado emocional sosegado; muchas faltas de deseo se deben a la ansiedad o al miedo que provoca la misma relación sexual o a las preocupaciones que uno suele llevarse a la cama. Olvídate de todo, de lo pasado y de lo futuro, y céntrate en el aquí y en el ahora, en sentir, en tu piel y en la de tu pareja.
Retrasa el encuentro amoroso. La abstinencia sexual es, a veces, una buena práctica para devolver el apetito a un paladar aburrido. Pero también son buenas las caricias, los besos, los abrazos sin otro objetivo que el placer y la expresión de sentimientos. Olvídate del coito o del orgasmo o de cualquier otro objetivo final, haz sexo sin planificar, a lo que salga y concluye la sesión cuando lo desees.
Prolonga los preparativos. Nadie puede sentirse aburrido cuando nota que su pareja está tan excitada que la más ligera caricia puede provocar el más acuciante de los orgasmos; esto sólo se logra con lentos y generosos preparativos, no busques nunca el coito, si eres chico sorprenderás a tu chica agradablemente y si eres chica conseguirás que él aprenda cosas de su cuerpo que ni siquiera podía imaginar.
Descubre nuevos estímulos. Nuestra sexualidad se nutre de la sorpresa y nuestros deseos sexuales se encienden más rápido ante estímulos nuevos. Para ello, pon en marcha tu fantasía erótica, no te canses nunca de investigar en este terreno, del mismo modo que no nos cansamos de investigar en el campo de los sabores o de los olores. El sexo es la orgía de todos los sentidos, aprende a estimularlos todos para tu placer y lo demás se te dará por añadidura.
Fuente. Nature

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